lunes, 31 de octubre de 2016

A)

Salieron del café Libertad.

I

Que extraño, me siento un poco mareada...

¿Estás bien?

Creo, no lo sé...

¿Por qué, qué sientes, qué te pasa?

Te digo que no sé.

Me preocupas, ¿quiéres que te lleve?

No, bueno; sí. 


Salieron del café rumbo a una ruta incierta.

¿quiéres cenar algo antes de llegar a casa? Te veo pálida.

No, estoy cansada. 

¿Segura? Conozco unos tacos cerca de tu casa que están... buenísimos.

No, bueno; vamos. Pero la verdad es que no tengo mucha hambre, más bien tengo sensación de asco. 


Llegaron a la taquería y Gioconda se sintió peor. Entonces el Pelón no tuvo otro remedio más que pedir para llevar. Después fueron a la casa de Gioconda. 


¿Segura quieres que te deje aquí? 

Sí, gracias.

Y, ¿quién te cuidará? Vives sola. Si te pasa algo, ¿quién se dará cuenta; Boris, tu gato?

No, no pasa nada. 

Gioconda abrió la puerta para vomitar. Luego cerró y el pelón inmediatamente prendió el carro, aceleró y la llevó a su hogar. 


Ahí, él reconoció que no estaba hecho para la vida mundana de los seres humanos. Él reconoció que la belleza era un lujo destinado para seres ajenos a su vida; descubrió que podía tocar, acariciar, oler, perfilar cada poro que la belleza le brindara; sin embargo no podría poseerlo pues él... era un pobre diablo.

Yo pudiera olvidarme del infierno. Alejarme del abismo, sentir que puedo ser humano a tu lado. Tan sólo con ver que me miras, saber que me escuchas, pobrar tus labios de miel... Gioconda, siento que te quiero, creo que te adoro, tienes que ser mía, mía por siempre. tienes que quedarte aquí para siempre, no; no te dejaré ir. Eres belleza. Eres... mía.

¿Qué tanto balbuceas? Mejor cállate y bésame.


De pronto la Paranoia llegó a la mente del pelón; así que salió a la terraza.

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Una figura se apareció:





Gabriel se carcajeaba... 

-No eres humano. No sientes. Todo fue una ilusión, ¿no te das cuenta? 
-¿De qué hablas? 
-Sí, mírate ahora. Estás fumando un cigarrillo; digo, crees que fumas un cigarro. Pero es pura ilusión. Tú no existes en este mundo real. Y así como ese cigarro que poco a poco aniquilas con cada inhalación, es falso, así; esa mujer que duerme en tu alcoba se irá desconcertada. Despertará sin saber qué hizo aquí, por qué su cuerpo le duele y; sobretodo... quién eres tú.

-Yo soy yo...

-No. Tú no eres humano. Eres sólo un ente para comprender porque existe el mal en el mundo. 

-Tú no eres quién para darme teorías estúpidas. Yo estuve con Gioconda, la toqué, sentí su aliento, sus poros, vi su alma. Ella es divina.

-Entonces pudiste notar que ella ama a un hombre de verdad; a Leonardo.

-No, no, ¡No! Ella me ama a mí. 

-No te engañes, el auto engaño es tan humano. Ten cuidado con lo que juegas, belcebú; puedes perderte en la tierra. Sólo a los humanos le importan los pensamientos y emociones de los otros humanos.

-¡Claro que no Gabriel! Lo que quiero decir es que, pobre avecilla. Fue como todas... cayó y yo ya la usé. Ahora, seguiré con la proliferación de más banalidades como la vanidad; el hedonismo, la avaricia, las guerras y el sabotaje a la naturaleza.

-¿Y qué harás con Leonardo?

-Ese loco, loco seguirá.



II


Gioconda despertó con una terrible jaqueca; comenzó a llorar. No recordaba algo de la noche pasada. Así que intentó levantarse, fue en vano.

Mantuvo la calma.

Tranquila Gioconda, aunque no sé en dónde estoy, no sé porqué me duelen mis piernas, mi vientre, el punto es que tengo que salir de aquí. 

Ella miró a su alrededor. Su celular se notaba sobre la mesilla. Al acercarse, pudo notar su ropa tirada en el suelo. De pronto, una imagen del día anterior:


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"¡Te esperamos diez minutos! Creíamos que no ibas a llegar"

¡El Café Libertad! Allí estuve. 

De pronto buscó en el celular la lista de llamadas que hizo el día anterior; mientras lo hacía, se vestía.

Aquí está; Bernardo David.

Llamó al número mientras se anudaba las cintas de sus zapatos. Pero el número estaba fuera de servicio.

No puede ser, ahora ¿qué hago?

Al levantarse de la cama, miró unas manchas de sangre. Por ello, mientras sus lágrimas salían, buscaba entre sus prendas, su bolso, algo de dinero para poder salir.

Luego recordó que en la suela de su zapato derecho solía esconder biletes para casos de emergencias. Ahí, un billete de sor juana la esperaba. 

¡Perfecto! Ahora, tengo que salir de este bodrio.

En ese momento llegó el pelón.

¿Corazón, qué haces? ¿Por qué te vas? Me ibas a abandonar, ¿Por qué? ¿Lo has pasado mal? Justo venía a traerte un magnífico desayuno, ¿ves cómo me preocupo por ti? 

David, dime... ¿qué hago aquí? ¿por qué no me llevaste a casa ayer como te lo pedí?

¡Ay! Pero qué tanto drama, mira Gioconda; te llevé a tu casa y me dijiste que no querías estar sola y que tenías hambre; por eso mejor te llevé a cenar, lo cual me arrepentí porque me vomitaste todo y luego te traje aquí para cuidar de ti.

¿En serio?

¡Claro!

Así que te encargaste de mí y me cuidaste. 

Obviamente.

Y luego tuvimos sexo.

Bueno, yo no quería, en la condición en la que estabas, sentía que te encontrabas vulnerable; pero tú no dejabas de besarme. Por lo que ¡Nos descontrolamos hermosa! 

Pero, yo sería incapaz de hacer algo así. Yo jamás engañaría a Leonardo. 

Entonces, ¿me usaste? ¿Quieres decir que no me quieres? Sólo fui tu juguete... ¡Todavía que cuido de ti!

¡No! Agradezco que me hayas cuidado. Es sólo que,

¿Qué?

Pues,

Mejor ya cómete tu desayuno y después dedícate a besarme. ¡Por favor! Me lo debes.

Gracias, pero es que,

¿Qué?

No quiero.

¡Ja! ¿No quieres? Eso no me decías ayer...  

Pero es que ayer me sentía rara. Las infusiones no van conmigo.

Así que, ¿sólo estuviste conmigo porque estabas ida? 

Sí. Bueno, no lo veas de esa manera. Oye, pero si me pudieras ayudar a recordar lo que pasó anoche, es que no sé por qué me duele todo el cuerpo.

Claro que te voy a ayudar a recordar; ayer tú te endemoniaste conmigo y fuiste tan salvaje que hasta me enamoraste, ¿cómo se te ocurre enamorar a un demonio? ¿Estás acaso mal de la mente? Yo he renunciado a mi herencia infernal por ti, tú ahora me dices que no me amas... ¡pues vas a tener que aprender a amarme!

¡No!

¡No!

¡No!

¡Nooo!

Mientras tanto, Gabriel guardaba las calles de la ciudad.







III


Mientras tanto, en otro lado del mundo; un italiano se veía radiante. Leonardo caminaba entre callejones.

¿Por qué sonríes tanto Leonardo? 

¡Es que pronto llegará la razón de mi sonrisa! 

¿Cómo es?

¿Cómo se llama?

¿De dónde viene?

¿A qué se dedica?

Todos quedaron impresionados por la misteriosa chica que había enamorado a Leonardo, le había hecho crear mil maravillas y él seguía sonriendo.

"ps... mínimo haznos una caricatura".

Oh, ya verán. Haré mi mejor cuadro del recuerdo que tengo de ella.