viernes, 3 de marzo de 2017

Conjuro desde el Septiembre... Mezcla de todo


Conjuro desde Septiembre

Fuego verde, niebla en el aire...
[…]
En una hora, en media hora, para que 
se vaya como una nieba,
que se vaya como una mariposa...

                    Rezo tzotzil para curar la Epilepsia.


Que la mano se abra hacia el espejo del sueño
Que el ojo se cierre hacia el manojo de los nervios
Que la espalda se suavice en el reposo cristalino
Que la boca se distienda bajo la electricidad de la noche
Que el cuello se afloje en la flor del reposo
Que la nariz se eleve en el perfume blanco del día
Que el pubis se encienda en el terciopelo del abrazo
Que la cadera se curve en el esplendor de la brisa
Que la oreja se despierte bajo el tintineo del contacto
Que el pelo se derrame desde el muro del cráneo
Que el pecho se ilumine entre las astillas del grito
Que el hombro se duerma ante la huella del neblí 
Que el pie se extravíe entre las magias del tiempo
Que la garganta se oscurezca con la sílaba del espacio



-DAVID HUERTA.

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Todos sienten morbo cuando se acercan conmigo, me miran, coquetean; me invitan un trago y luego sin más ni menos comienzan las preguntas, la serie intrigosa sobre mis cicatrices. Yo respondo con la ironía que les hace entender el por qué no tengo tatuajes.

Recuerdo aquella vez en que tenía 23 años. vino un joven primerizo hacia a mí.

"¿Me vas a invitar una bebida?" Le pregunté. Y a los 3  vasos ya estábamos risa y risa en una de las mesas más cercanas a la puerta del lupanar. Eran las 3 de la tarde. De pronto el joven tomó mis manos, miró mis muñecas, luego mis ojos. Y yo pude ver que sus pupilas me miraban fijamente. Entonces, lo regañé: "Oiga joven, eso no se hace en estos lugares, usted sólo tiene permiso para mirar mis tetas; ¡qué no sabe! No se puede enamorar; le puede salir más caro". Normalmente eso no se les dice a los clientes; pero yo era joven y como les digo; para él era su primera vez.

Aunque ya había sido tarde. A pesar de que él quitó sus ojos de mí. Dio un suspiro tan amplio que pudo tomar todo mi aliento. Rápidamente pidió un cuarto al patrón.

 Él no sabía que hacer conmigo. Comenzó a abrazarme, tocar mis brazos, se agitaba todito el pobre. Luego, mientras tartamudeaba llenó mis oídos de poesía: 

"Tan sólo en tu mirar siempre hay dulzura....
 Hoy, hoy me has visto. Y en vez de enojos;
 yo, yo sentí que vibraron tus ternuras en;
 en la llama implorante de tus ojos"* 

¿Saben cuántas veces oigo poesía en mi trabajo? ¡Nunca! Así de fácil es mi respuesta. En estos tiempos violentos; una sabe que este trabajo no es trabajo... es una desgracia casi como el esclavismo. No sabes a qué te puedes enfrentar; golpes, quemaduras, mordidas, o cualquier locura de tu arrendatario. 

Pero este joven, me había susurrado poesía. Luego, miró las cicatrices de mi cuerpo, las besó; y trató de sanar cada una de mis heridas. Fue mágico. 
Sus manos nerviosas y frías poco a poco recobraban el valor al momento que pasaban por mi piel: pies, tobillos, rodillas, piernas, nalgas, vientre, pubis, espalda, senos, hombros, cuello, cabeza, boca, ojos, oídos, cabello.  

Yo comencé a hacer mi trabajo pero él se limitó a preguntarme; ¿recuerdas la historia de todas tus cicatrices? No quiero ser chismoso, pero siento que algunas están muy profundas. 

"Uy, mira... está de la ceja ya ni se nota; fue de la primera vez que convulsioné; pero ya se está borrando; ves te digo. Viste todas las que tengo en las manos; son por todas las veces que he caído y me han tenido que llevar a internar al hospital, así te marcan los sueros. ¿Viste la de la rodilla? ¡Ah! Pues esa, es de la vez que me caí de la bici cuando andaba en el cerrito de Arandas."

"¿Y todas las del tobillo?"

"No pues es que cuando han tratado de revivirme en terapia intensiva; tienen que ponerme unas jeringas más pesadas que me dejan esas cicatrices; ¿tú crees? A mi ni me duele  porque pues yo estoy en otro lado, quien sabe; sólo sé que no es el cielo."

"Oye ¿y tú crees en el cielo?" 

"¿Apoco veniste para no venir? sólo para hacer preguntas tontas..."

"Vine porque estoy preocupado por ti."

"¡Ah Chinga! Pero si yo a ti ni te conozco; no vengas con estupideces, porque le puedo hablar al patrón para que te corra."

"Yo le voy a pagar por todo el tiempo que te tenga; por eso no te apures. Sólo que veo tu cuerpo y su belleza; pero me intrigan tantas cicatrices. ¿Te molesta que te pregunte?

"No. Ésta del brazo fue de hace una semana, me quemé con la plancha; el moretón de la nalga fue porque me caí de un sentonazo; las puntadas en el tobillo se hicieron cuando me lo torcí, tengo este dedo medio desviado, así que para rayar madres mejor lo hago con la otra mano. Me falta un trocito de la oreja derecha y si sientes mi seno derecho podrás darte cuenta de una cicatriz por puntadas que tuve cuando era niña, antes de que me creciera la chichi. ¿Quieres que te diga más?

"¿Quieres contarme más?"

"¿Por qué llegaste con estas preguntas? ¡Claro que te quiero contar más! Como la vez en que llegó el hijo de p0t4 a rentarme por toda la noche me amarró con un lazo y.... luego se metieron la bola de sus amigos." 

Y eché a llorar; sólo entre balbuceos pude seguir contando.

"¿Ves? ¿Ves como se ve quemada la piel en esta zona de la entre pierna? A partir de ese momento, el patrón puso cámaras. Ya no serán recibidos, ¡es más los corrieron a los desdichados! Lo bueno fue que Ruperto iba paseando por el pasillo y me escuchó gritar. Si no, no la contaba. Yo por eso quiero mucho a mi patrón. Porque me cuida. Y tiene al Ruperto vigilándonos. Si se me hace raro que no haya venido a tocarnos; no estamos haciendo nada". 

"Pero estamos charlando."

"Por eso, al patrón no le gusta que hablemos."

"¿Por qué?"

"No te vayas a ofender... no es algo personal. Es que nos podemos enamorar."

"¿Te estás enamorando de mí?"

"No, no, ¿cómo crees? Aquí las cosas son muy claras, los negocios, son negocios."

"¿Quieres que te recite otra poesía? Aún nos quedan unos minutos... O mejor, te acaricio suavemente tu espalda. Mientras te describo la tersura que me recuerda este tacto que ahora siento..."

¡TOC! 

¡TOC!

¡TOC! 

QUEDA UN MINUTO.

Cuando el tiempo terminaba el patrón era muy preciso y reclamaba el espacio rentado o una nueva tarifa. 

El joven ya no traía dinero; así que salimos del lugar. 

Después regresó, con poesías, guitarras, preguntas nuevas. Así fue durante varios meses; hasta que tuvo que irse a estudiar a otra ciudad. Jamás lo volví a ver. Ah, pero algo también les puedo asegurar, durante el tiempo en que él venía al lupanar, mis convulsiones cesaron.  

No obstante, los malos clientes siguieron; golpes, fuego, cenizas, cervezas. Al poco rato aborté, engordé, y perdí hasta la esperanza. Creo que acabe en un manicomio por el incremento de medicamentos para la cabeza: "EL CIELO A.C." Creo se llamaba. No se parecía en nada a eso que en la biblia platicaban; pero de que te dopaban tanto para mantenerte en la pendeja y no pensar, no sentir, no vivir... eso; eso era un hecho. 


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Para mas historias sobre investigaciones acerca de las crisis convulsivas: 
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-92742006000100004

EL CIELO A.C. En esta historia no es verdadero, solo es una ficción del cuento.  Más bien, es interesante informarse sobre la organización que investiga sobre los casos en comunidades tzotziles y tsetzales

En México cientos de personas no obtienen trabajo porque son discrimiados debido a problemas de salud, de raza, de etnia, de nacionalidad y tú ¿eres parte del problema o de la solución?


*José Luis Ojeda. Autor del fragmento poético.